Mujer de 45 años, de origen marroquí, que acude a consulta por palpitaciones. Niega otros antecedentes familiares o personales de interés. Lleva 5 años viviendo en España y no ha acudido nunca al médico. No toma ningún tratamiento crónico. Refiere que desde hace meses presenta ocasionalmente palpitaciones rápidas en reposo, a veces de hasta varias horas de duración, que ceden espontáneamente. Con los episodios, siente también sensación de falta de aire. Niega esa misma sensación de falta de aire al caminar. La exploración física inicial es normal, a excepción de que se ausculta un retumbo diastólico y un extratono tras el sengudo ruido.
El electrocardiograma es normal, salvo por la existencia de un crecimiento auricular izquierdo. Como parte del estudio inicial, el cardiólogo solicita un ecocardiograma transtorácico preferente y una analítica general incluyendo hormonas tiroideas. No solicita un estudio Holter dada la relativa baja frecuencia de las palpitaciones, pero le indica a la paciente que la próxima vez que tenga un episodio de palpitaciones acuda a urgencias.
Al mes, la paciente acude a revisión con el resultado del ecocardiograma que confirma la presencia de una estenosis mitral reumática moderada (Videos) y la analítica es anodina.
En este tiempo, la paciente tuvo que acudir a urgencias por un nuevo episodio de palpitaciones en el que se objetivó una fibrilación auricular rápida que paso a ritmo sinusal espontáneamente. Por entonces aún no se había realizado la ecocardiografía. Se inicio tratamiento con betabloqueantes y se indicó en informe que de momento no se iniciaba anticoagulación por tener un CHADS-VASc bajo (solo 1 punto por ser mujer), pero que en caso de precisar anticoagulación más adelante, sería preferible un anticoagulante directo oral en lugar de antagonistas de la vitamina K.
Es fundamental conocer la fisiopatología de la estenosis mitral para entender las manifestaciones clínicas y la historia natural de esta enfermedad. Conforme disminuye el área valvular mitral (estenosis mitral), aumenta la presión en la aurícula izquierda, generándose un gradiente de presión diastólico, necesario para mantener un gasto cardiaco adecuado (ver imagen). La presión auricular izquierda elevada aumenta, a su vez, las presiones venosa y capilar pulmonares, lo que provoca disnea en el ejercicio. Además, se produce dilatación auricular izquierda, lo que favorece la aparición de arritmias (fundamentalmente fibrilación auricular) que son generalmente muy mal toleradas al acortarse significativamente el tiempo de llenado diastólico (típicamente desencadenan crisis de edema agudo de pulmón). La transmisión retrógrada de la presión auricular aumentada produce hipertensión pulmonar. Con los años, se produce cambios obliterantes orgánicos en el lecho vascular pulmonar que da lugar a una hipertensión pulmonar reactiva que no ya no depende solamente de la presión en la aurícula izquierda. Con el tiempo, la hipertensión pulmonar grave da lugar a una insuficiencia cardíaca derecha, con dilatación del ventrículo derecho y de su anillo, una insuficiencia tricuspídea y, a veces, una insuficiencia pulmonar. Estos cambios del lecho vascular pulmonar también pueden ejercer un efecto protector que evitan la aparición de síntomas de congestión pulmonar, predominando los síntomas y signos de insuficiencia cardiaca derecha.